París, bien vale una misa.



Paseaba por el “Pont de L’alma", -pasear, por los puentes que son abrazados a su paso por el Sena, es entender a nivel del agua la historia y percibir los diferentes paisajes que han configurado esta maravillosa Ciudad- y reparé con sorpresa en la total inexistencia de los recuerdos con los que habitualmente los paseantes homenajeaban a “Lady Di” y que cubrían el contorno de la réplica de la antorcha de la Libertad que existe al principio del puente, el Ayuntamiento ha decidido cortar de raíz estas manifestaciones de cariño que le dedicaban a la Princesa de Gales, ahora la base del monumento está llena de incontables y sucios restos de cinta adhesiva ¿penoso no?.
Se oyen sirenas, en París siempre se oyen sirenas.

El “Pont Neuf”, que paradójicamente es el más antiguo de París, es sólido, contundente, a la vez que íntimo y sensual, quizás uno de los de “ojos” laterales de ribera transitable más largos y profundos, París entero pasea por ellos, 100 m2. de sombra que habrán presenciado 100 millones de apasionados besos y otras tantas declaraciones de Amor.
...otra vez, mas sirenas, “La Ciudad de las Luces” tampoco descansa.

38 segundos, tarda el ascensor más rápido de Europa en elevarte al cielo de Paris, desde el piso 56 de la Torre Montparnasse la panorámica de la ciudad es un espectáculo inenarrable, en un duelo particular con la Torre Eiffel a la que se enfrenta con descaro, y compartiendo ambas esa singular y magnifica vista de la ciudad. Por la noche desde las grandes cristaleras del Restaurante, se adivina el sinuoso Sena dibujado por las luces de luciérnagas que son los Bateaux-Mouches en su lúdico recorrido fluvial.

Reinventar la historia en el Barrio Latino es tarea fácil, recordar los relatos de Cortazar, Vargas Llosa o Hemingway, es andar de café en café, de plaza en plaza hasta los jardines de Luxemburgo y mas tarde al anochecer prolongar el paseo hasta el boulevard Saint-Germain y entrar en el Café de Flore, acariciar los cantos erosionados de las mesas, desgastados por horas de descanso o ardientes tertulias de apasionados antepasados, después, cruzar el boulevard y cenar en la Brasserie Lipp, buscar tú imagen reflejada en los enormes y envejecidos espejos, codo con codo con tú vecino de mesa, dando buena cuenta ambos del codillo con col agria que hiciese las delicias de la “niña mala” de Don Mario. De nuevo las sirenas me sacan del ensimismamiento de tanto recuerdo revivido.

Comentarios

  1. ....recuerdo que así de hermoso era cuando lo visité. Qué bonito volver......

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  2. cualquier rincón de cualquier ciudad puede ser PARIS, andar por las calles y que todo te haga vibrar,desear que ese paseo no acabe nunca..... ALGUIEN junto ti eleva la belleza del entorno y ahi en esa misma esquina un calido y apasionado beso vuelve a hacerte sentir una adolescente.jcj

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