Un poco de Puccini...



Hay momentos sublimes, situaciones en las que se dan unas circunstancias tales que las hacen irrepetibles. Reconozco que empiezo ha tener una pasión desmedida por la música de Puccini, pero ¿hay acaso, algo tan extraordinario como la conexión cerebral y emocional que se establece cuando participas de la apasionante ceremonia de una Opera? ¿Puede nuestro adulto corazón resistir tanta belleza sin romper en un inevitable llanto por tanta felicidad?

Algunas, han sido las representaciones a las que he asistido, naturalmente siempre acompañado por Regina, decir que hemos visto no sería acertado, porque es algo mas que una meticulosa y atenta visión, diría que hemos compartido con directores, músicos e interpretes, y por supuesto con el espíritu de los autores, a los que dicho sea de paso sientes muy próximos, una especial comunión que te hace disfrutar sin pudor y entregado a cada overtura, aria, dúo, intermedio, coro, etc. pasajes de contenido tan bello y conmovedor, como a la vez trágicos y complejos.

Nuestra primera ópera fue “La Traviata”, el Teatro Principal de Valencia se vistió de gala para la producción compartida del Scottish Opera y La Zarzuela de Madrid, con una mágica puesta en escena de Nuria Espert, y bajo la sobresaiente batuta del maestro Galduf. Repetimos título mas tarde en el Palacio de Festivales de Cantabria en Santander con la dirección musical de Marco Armiliato y Maureen O’flynn como Violetta. El año siguiente en el mismo Palacio vivimos una apoteósica “Tosca” con Isabelle Kabatu, dirección musical de Marco Armiliato y de escena de Roberto Laganá, Una vez más “La Traviata” en el Teatro Principal de Castellón, “La Boheme”, con Aquiles Machado y la soprano Leontina Vaduva, dirigidos por Tiziano Severini, “Suor Angélica” y “Gianni Schicchi” formando parte del Festival Puccini que el Palau de la Música de Valencia celebró como homenaje y en torno al compositor de Lucca, “Turandot” en el Teatro alla Scala de Milán, (acontecimiento del que ya hay cumplida información en estos recuerdos). En el 48º Festival Puccini en Torre del Lago (Lucca) vivimos dos inolvidables noches con sendas representaciones, “Madama Butterfly” con una Mina Tasca brillante, tan brillante como esta ópera, una de las mas apreciadas por su autor, y “Tosca”, con Antonia Cifrone, soberbia a la que el incondicional publico toscano, le aplaudió hasta conseguir un “bis” del famoso y entrañable “Vissi d’arte” dirgidas por Steven Mercurio y Roberto Tolomelli respectivamente.

Estas dos representaciones estuvieron llenas de alicientes añadidos, la visita unas horas antes a “Villa Puccini”, actual Templo Mausoleo del compositor y residencia elegida y reconstruida por él, para pasar la mayor parte de su vida, justo delante del magnifico Lago Massaciuccoli fue muy estimulante, el casual y divertido encuentro con Simonetta Puccini, y el contacto posterior con ese su pequeño espacio vital que tanto le motivó a crear las inspiradas e inmortales páginas musicales de “Madama Batterfly”, “Manon Lescaut” o “La Fanciulla del West”. Sus imagines, su música y su espíritu nos acompaño en toda nuestra estancia en la Toscana.

Mina Tasca y el tenor mejicano Alfredo Portilla nos volvieron a elevar al firmamento lírico en una nueva y sublime representación de la tragedia japonesa en el Palau de la Música de Altea, con la atenta mirada y puesta en escena de Lindsay Kemp, hicieron las delicias de los que llenamos el Auditorio Alteano. ¿Qué decir del coro a “boca cerrada”? Una genialidad más del gran compositor.

En esta corta estancia en la Toscana tengo inevitablemente que detenerme y a la vez recrearme en un hecho que sucedió de forma totalmente casual, en la obligada visita a la casa donde nació y vivió Giacomo Puccini en la ciudad de Lucca, la vivienda, preparada para los visitantes con un recorrido lógico y ordenado te conducía a través de las diferentes estancias exponiendo un variado catálogo de enseres y testimonios personales, mobiliario, vestuario y otras pertenencias de los Puccini, bocetos o simples escritos amistosos, ejercicio epistolar éste, al que el Maestro era gran aficionado, cartas a su mujer Elvira, a su hijo Antonio y a su editor Ricordi, mostrando su preocupación por el desenlace o situación de algunos de sus trabajos, así como innumerables partituras autografiadas, entre las que destacan las de la “Messa a Cuatri Voci”, “Capriccio Sinfónico” o “Turandot”.

La última habitación del emocionante paseo era un Saloncito en cuyo centro destacaba con un impresionante acabado en laca negra brillo el piano Steinwey, donde Puccini compuso entre otras su última e inacabada ópera Turandot, el encuentro con tan entrañable instrumento coincidió con la emisión por los altavoces de ambiente, del fragmento de La Boheme “Che Gelida Manina” inconscientemente y como movido por un incontrolable resorte muscular, extendí la mano sobre el teclado, permaneciendo unido a través del suave tacto de las yemas de mis dedos con las minúsculas teclas de blanco nacarado, durante unos cortos e inolvidables minutos, inexplicablemente nadie entró en esa habitación durante ese espacio de tiempo, resultó imposible controlar las emociones, me imaginé por un momento al Maestro sentado en su taburete, desbordando las partituras vacías, en una locura de notas, manteniendo a la vez un pulso dramático y un instinto teatral, modelando la que podría ser una de sus más famosas operas, composiciones estas, que en definitiva han hecho de Italia el centro de la Opera mundial.

Quiero destacar de este viaje, por un lado la enriquecedora estancia en Lucca, magnifico tesoro arquitectónico de calles milenarias, iglesias que esconden o enseñan valiosísimas manifestaciones artísticas y culturales, las famosas torres que se elevan por encima del cielo luccense, plazas grandes y pequeñas y en especial la del Anfiteatro construida sobre el interior y ruinas del viejo coliseo romano, quedando el espacio oval de la arena como una bella y entretenida zona peatonal, ubicándose en su perímetro algunos de los más atractivos comercios y terrazas, donde reponer fuerzas de paseos que no desearías acabaran nunca, mercados realmente bellos e interesantes, una gastronomía exquisita y unos productos autóctonos como los vinos, vinagres o aceites, suficientes para deleitar los más exigentes paladares del Mundo.
Y por otro, la visita al Centro de Documentación Marino Marini, ubicada en el Palacio del Tau en Pistoia, la contemplación de sus esculturas, aguafuertes, cientos de dibujos dedicados especialmente a la figura del caballo, la famosa escultura y su maqueta en barro original del rostro de Igor Stravinsky, su taller privado lleno de útiles de trabajo que habitualmente permanece cerrado al público, y que nosotros tuvimos la suerte y el privilegio de presenciar, un espacio escénico entrañable para la Obra del mas famoso escultor contemporáneo pistoiese.

Comentarios

  1. pues si tienes ocasion de volver a torre del lago te señalo un sitio para alojarte que es una preciosidad: www.casasimonetti.com
    yo estuve y me encanto, con sus atmosferas puccinianas y todo.
    echale un vistazo, merece la pena y esta al lado del lago y del teatro.
    que vaya bien
    jordi

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